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COMPLIANCE: HACIA LA EXCELENCIA CORPORATIVA

Por: Santiago Brusco, Socio de Derecho Corporativo y PI en BRAD Abogados | Luis Barragán, Socio en

Derecho Corporativo en BRAB Abogados


El «compliance», o cumplimiento regulatorio, ha experimentado un auge significativo en los últimos años. Aunque hasta el Siglo XX interesaba casi de forma exclusiva a empresas cuyas acciones cotizaban en mercados públicos, hoy empresas de todo tipo y tamaño implementan programas sobre cumplimiento regulatorio. Este fenómeno responde a una multiplicidad de factores: el siempre creciente poder regulador del estado, las nuevas tecnologías, la prevención de la corrupción y del financiamiento al terrorismo, la búsqueda de eficiencia operativa y financiera, y en general, la prevención de delitos.



Esta tendencia ha dado lugar a una industria por derecho propio, que abarca desde pequeñas firmas

de abogados hasta gigantes como las «Big Four», pasando por empresas públicas de todos niveles.

Todos estos actores asesoran a empresas y empresarios en qué cumplir, cómo cumplir y, en general,

en buenas prácticas.


Varios casos de alto perfil han puesto de manifiesto la importancia del «compliance». RTX, empresa fabricante de armas, fue multada por exportar en contravención de normas estadounidenses. Odebrecht, gigante inmobiliario de Brasil, vio caer a casi todos sus directivos en prisión por sobornos generalizados. HSBC pagó miles de millones de dólares en multas por fallar en la detección de operaciones de lavado de dinero. Apple y Google han sido repetidamente multadas por autoridades de la Unión Europea por incumplir regulaciones de competencia económica y de protección de datos personales.


Es cierto que muchas veces las normas pueden ser un claro overreach de gobiernos ávidos de legitimidad y popularidad. Como mencionó Mario Draghi en días pasados en su informe «el futuro de la competitividad de Europa», la sobrerregulación es un problema. Sea o no legítimo que los estados decidan regular y cómo regular, lo cierto es que lo hacen, y para la mayoría de nosotros y en la mayoría de los casos, cumplir es la única opción viable, además de resultar conveniente y éticamente adecuado.


Esta dinámica suele abarcar diversas áreas del funcionamiento empresarial. En aspectos de secretaría y derecho corporativos, implica el mantenimiento adecuado de documentos como los Libros de actas de asamblea, registro de accionistas, y variaciones de capital. Estos documentos forman parte de la contabilidad de las empresas y son cruciales en caso de una eventual auditoría.


En el ámbito de la contratación, el «compliance» cobra relevancia al evitar relaciones con empresas que utilicen esquemas de evasión fiscal, lo cual podría derivar en severas consecuencias como la cancelación de sellos digitales o el bloqueo de cuentas bancarias.


En materia de propiedad intelectual, el «compliance» implica la revisión cuidadosa de licencias de software y la verificación de derechos para el uso de marcas en la creación de contenido. En la industria agrícola, por ejemplo, es fundamental verificar que una variedad vegetal se puede contratar y usar para evitar perder inversiones millonarias.


El aspecto fiscal es quizás donde resulta más crucial. No solo porque tener esquemas de evasión es un delito, sino porque incluso esquemas lícitos pueden resultar ineficientes si no se cuenta con el respaldo adecuado. Un programa de «compliance» mitiga riesgos fiscales y asegura que las operaciones, incluso las inter–compañías, se realicen a precios de mercado.


En el ámbito laboral, el «compliance» ha cobrado especial relevancia en México en los últimos dos sexenios. Implica evitar la subcontratación ilegal, contar con programas de salud mental, integrar comisiones en términos de la Ley Federal del Trabajo y las Normas Oficiales aplicables. Estas medidas no solo son obligaciones legales, sino que contribuyen al bienestar general de la fuerza de trabajo, resultando en mejor productividad, menor rotación y mayor eficiencia.


Del mismo modo, la protección de datos personales es otro aspecto fundamental, implica no solo cumplir con formalidades como contar con avisos de privacidad, sino también implementar medidas tecnológicas de protección y programas de manejo adecuado de datos.


CREAR UNA CULTURA UNA INTEGRIDAD Y RESPONSABILIDAD NO SÓLO MEJORA LA EFICIENCIA, SINO QUE TAMBIÉN GENERA UN ENTORNO RESPETUOSO, AGRADABLE Y ESTIMULANTE EN EL QUE TRABAJAR. Tom Hanson y Birgit Zacher

Los programas de «compliance» también juegan un papel crucial en la prevención de la corrupción, tanto interna como gubernamental. Empresas multinacionales suelen contar con departamentos específicos que aseguran que no existan conflictos de interés no reportados y realizan controles de confianza a quienes manejan recursos.


Pero no solo busca prevenir ilícitos sino también mejora a las empresas. Un programa completo de cumplimiento regula adecuadamente los procesos de las empresas, no solo en cumplimiento de leyes

y normas oficiales, sino también en la estandarización de procesos, llevando a una mayor eficiencia.


Los beneficios del «compliance» se manifiestan tanto a corto como a largo plazo. A corto plazo, se pueden ver beneficios como la reducción de sanciones, la mejora de las relaciones con las autoridades reguladoras y el aumento de la eficiencia operativa en ciertas áreas. A largo plazo, el «compliance» mejora la imagen de la empresa y aumenta la confianza de los stakeholders, especialmente de los clientes. Además, puede conducir a nuevas oportunidades de negocio, abriendo puertas en nuevos mercados o con clientes que requieren proveedores con una institucionalización

ejemplar.


Internamente, los procesos de «compliance» generan cambios positivos en la estructura corporativa del negocio, haciendo que la toma de decisiones sea más ordenada y brindando mayores herramientas a los tomadores de decisiones. También suelen generar un mejor clima laboral, brindando certeza a los colaboradores de estar en un lugar donde las cosas se hacen bien y con apego a la normativa.


Para implementar un programa de «compliance» efectivo, se recomienda comenzar por identificar de forma clara y fundamentada las normas, leyes, reglamentos y decretos que aplican al giro del negocio. Luego, se debe realizar una auditoría externa de tipo «due diligence», que analice toda la información actual de la empresa y genere un reporte con el plan de acción para alcanzar el cumplimiento normativo.


Con base en dicha auditoría, se trabaja de la mano del empresario, estableciendo tiempos claros, para

llevar a la empresa a un estado de cumplimiento con la normatividad aplicable. Este proceso puede implicar la elaboración de documentos corporativos, contratos, convenios con terceros, trámites ante autoridades y la implementación de nuevos procesos que pueden afectar a todas las áreas de la empresa.


Es fundamental designar un agente de cambio en la compañía que asegure la obligatoriedad de lo implementado, de lo contrario, el proceso podría quedar inconcluso o imperfecto. Asimismo, es crucial

mantener una vigilancia continua una vez concluido el proceso inicial, para evitar que el cumplimiento

se vuelva obsoleto o inefectivo.


En un entorno empresarial cada vez más complejo y regulado, el «compliance» se ha convertido en una herramienta esencial para el éxito y la sostenibilidad a largo plazo de cualquier negocio. No solo protege a la empresa de riesgos legales y reputacionales, sino que también puede conducir a una

mayor eficiencia operativa y a nuevas oportunidades de crecimiento.


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